La mielofibrosis se encuentra dentro del grupo de las enfermedades conocidas como neoplasias mieloproliferativas crónicas. Es considerada una enfermedad rara, ya que afecta a menos de 5-7 casos por millón de habitantes al año1.
La causa de la mielofibrosis se encuentra en un trastorno de la médula ósea que provoca la ‘cicatrización’ de su tejido que altera la producción normal de células sanguíneas. Estas ‘cicatrices’ del tejido medular pueden derivar en anemias graves, debilidad, fatiga y el agrandamiento de órganos abdominales como el bazo.
Todavía no se conoce con exactitud cuál es la causa primaria de esta patología hematológica, pero ¿sabías que existen ciertos factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollarla? Te los contamos a continuación:
- Edad: a pesar de que la mielofibrosis puede afectar a cualquier persona, la mayoría de casos se dan en personas mayores de 50 años, siendo 65 años la edad media del diagnóstico.
- Otros trastornos de las células sanguíneas: en algunos casos puede desarrollarse la mielofibrosis como consecuencia de la complicación de otras afecciones como la policitemia vera, por ejemplo. En este caso se conoce como mielofibrosis secundaria.
- Sustancias químicas: la exposición a ciertas sustancias químicas de uso industrial como el benceno y el tolueno se ha relacionado también con el desarrollo de esta patología.
- Exposición a la radiación: en este caso suele relacionarse con la exposición prolongada a niveles elevados de radiación.
Todos estos factores son circunstancias que hacen más probable que se desarrolle la mielofibrosis, pero el hecho de que en tu caso coincidan uno o varios no significa que vayas a tener mielofibrosis, sólo que el riesgo es más elevado, aunque puede que no la tengas nunca.