La mielofibrosis es una enfermedad que afecta a la sangre, por lo que se encuentra dentro del grupo de ‘patologías hematológicas’. Junto a la policitemia vera y la trombocitemia, se conoce como una neoplasia mieloproliferativa crónica, aunque presentan diferencias esenciales entre ellas.
La mielofibrosis, en concreto, se caracteriza por un trastorno de la médula ósea que impide que se produzcan las distintas células sanguíneas con normalidad (glóbulos rojos, blancos y plaquetas), esenciales para el correcto funcionamiento del organismo.
Esta enfermedad es muy heterogénea a nivel clínico o lo que es lo mismo, puede presentar diferentes síntomas o afecciones en cada persona, por lo que cada caso suele requerir un manejo individual y específico. Incluso es posible que no se deba seguir ninguno, más allá de exámenes periódicos para controlar la progresión en todo momento.
El trasplante de médula ósea o de células madre, generalmente indicado para personas jóvenes, puede mejorar los síntomas e incluso curar esta dolencia1.Sin embargo, la mayoría de personas con mielofibrosis no son candidatos para el trasplante, haciendo que el tratamiento se dirija únicamente a controlar y mejorar los síntomas producidos por la alteración en la cantidad de células sanguíneas.
Y ahora que sabes un poco mejor cómo se trata la mielofibrosis, te animamos a cuidarte y seguir las recomendaciones de tu médico para ganar en calidad de vida. Porque la mielofibrosis es una enfermedad crónica, pero si te cuidas adecuadamente, no debería impedirte vivir como más te gusta.